Elige un lugar tranquilo, idealmente al aire libre, donde puedas estar a la luz directa de la luna llena. Si no, asegúrate de estar cerca de una ventana expuesta.
Prepara tus herramientas de purificación, como salvia, palo santo, hierbas secas o incienso purificador.
Vístete cómodamente, preferiblemente con ropa blanca o de color claro, para simbolizar la pureza y la claridad.
Antes de empezar, tómate unos momentos para meditar. Respira profundamente, libera tensiones y concéntrate en la energía tranquilizadora de la luna llena.
Visualiza un círculo de luz blanca a tu alrededor, creando una barrera protectora para garantizar que sólo entren energías positivas durante la purificación.
Enciende el incienso purificador que elijas. Pasa el humo alrededor de tu cuerpo, en particular por la cabeza, los hombros, los brazos y las piernas.
Si utilizas salvia, enciéndela y deja que arda suavemente. Pasa el humo alrededor del cuerpo, empezando por la cabeza y bajando hasta los pies. Asegúrate de pasar la salvia por los rincones de tu espacio para purificar también el ambiente.
Mientras el humo envuelve tu cuerpo, visualiza que todas las energías negativas o indeseables se disipan en el aire, dejando paso a la luz y la pureza.
Coloca cristales purificadores como el cuarzo transparente, la amatista o el citrino bajo los rayos de la luna llena. Visualízalos cargados de energía luminosa.
Una vez finalizado el ritual de purificación, expresa tu gratitud por la luna llena y los elementos utilizados para la purificación. Respira profundamente y saborea la sensación de ligereza y claridad.
Si es posible, date un baño con sales purificadoras como la sal de Epsom. Visualiza cómo el agua absorbe todas las impurezas de tu cuerpo y de tu mente.
Repite este ritual cada luna llena para mantener tu energía fresca y positiva. Escucha tu intuición y adapta el ritual a tus necesidades personales. La luna llena es una gran oportunidad para purificarte y renovar tu energía para el mes que empieza.
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